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¿Qué es el síndrome de la fragilidad?

En fechas recientes tuve la oportunidad de escuchar una charla sobre actividad recreativa en el adulto mayor para mejorar su funcionalidad. A manera de introducción, se habló del síndrome de fragilidad. Me habría gustado que lo detallaran porque eso daría pauta para reconocer los aspectos que es necesario considerar en la realización de cualquier tipo de ejercicio, ya sea recreativo o competitivo.

El síndrome de fragilidad se define como el estado de vulnerabilidad al estrés que se asocia con eventos adversos. Por lo general se relaciona la funcionalidad de la persona con su estado de salud, de lo cual podemos deducir que no solo el adulto mayor es vulnerable al estrés, pues también hay otras condiciones que nos pueden predisponer a ello, como una enfermedad crónico-degenerativa de inicio temprano, no realizar ejercicio físico regular, problemas alimentarios, entre otros. 

Bases de la fragilidad

El proceso de cómo se desarrolla la fragilidad es paulatino e imperceptible, ya que inicia con alteraciones a nivel de la función celular, que van reduciendo la capacidad del organismo para reparar y eliminar elementos no deseados. Este deterioro escala  a un segundo nivel en el cual se presentan alteraciones hormonales, de ciclos circadianos (sueño-vigilia), pérdida de peso, debilidad, inflamación celular, etc., hasta que empiezan las manifestaciones visibles para nosotros: depresión, enfermedades múltiples, lentitud para la marcha, pérdida de la independencia, movilidad reducida, alteración cognitiva y disminución de la actividad física. 

Como en toda enfermedad, hay factores de riesgo para desarrollarla, entre estos se encuentran la edad avanzada (aunque no necesariamente), ser mujer, baja escolaridad, ingresos familiares bajos y mala autopercepción de la salud, así como enfermedades previas.

Actúa por tu salud

Es importante, como se ha mencionado en artículos previos, el cambio en el estilo de vida que incluya dieta y ejercicio, el binomio deseado desde edades tempranas. Solemos acudir al médico solo cuando estamos enfermos, y al nutriólogo cuando queremos bajar de peso. Lo ideal es programar una visita al médico y al nutriólogo por lo menos una vez al año para que se realicen estudios clínicos y de laboratorio que permitan intervenir en etapas iniciales en el desarrollo del síndrome de fragilidad, así como realizar ejercicio físico indicado por un profesional, previa evaluación, y seguir recomendaciones nutricionales acordes con el momento biológico que estamos viviendo. 

Todo lo escrito anteriormente es con el objetivo de que al hablar de actividades recreativas relacionadas con el ejercicio físico relacionemos estas con una evaluación previa de las capacidades físicas residuales de la persona, para no trivializar el término, y pensar que se permite hacer todo tipo de ejercicio físico evocando el concepto de actividades recreativas. 

Conocer el síndrome de fragilidad pone de manifiesto la necesidad de ser evaluados por varios especialistas de la salud, por lo menos una vez al año, para desarrollar un programa integrado, tomando en cuenta la individualidad de cada uno y se actúe con oportunidad favoreciendo una vida con funcionalidad a cualquier edad.

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